En una acción que ha conmocionado a la comunidad inmigrante y a las autoridades estadounidenses, el abogado Adam Boyd, quien trabajó para el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), presentó oficialmente su renuncia y criticó públicamente la política de deportaciones masivas que está relanzando el expresidente Donald Trump.
En una declaración a los medios, Boyd afirmó que ya no podía seguir sirviendo en una organización que está “sofocando la esperanza de familias inocentes, convirtiendo el sueño americano en una pesadilla” solo para alcanzar objetivos políticos. Enfatizó: “Esta política no solo se dirige contra los criminales, como predican, sino que también ataca directamente a familias, solicitantes de asilo y personas que han vivido y contribuido a Estados Unidos durante décadas”.
“No puedo permanecer en silencio por más tiempo”

Según Adam Boyd, el motivo de su renuncia no solo se debió a la presión de su conciencia, sino también a haber presenciado una serie de casos de arrestos y deportaciones inhumanos. En las últimas semanas, afirmó, ha atendido personalmente casos de familias separadas y de niños que lloraban al ver a sus padres esposados frente a sus casas.
Boyd enfatizó: «Estamos criminalizando a quienes solo quieren vivir seguros y mantener a sus familias. Esto contradice los valores fundamentales que una vez enorgullecieron a Estados Unidos».
No sólo los criminales, sino también las comunidades
Uno de los puntos que Boyd enfatizó en su carta de renuncia fue la disparidad entre las declaraciones oficiales del ICE y su aplicación efectiva. Bajo la administración Trump, el ICE promovió a menudo su enfoque en la deportación de delincuentes peligrosos, pero según Boyd, la mayoría de las redadas recientes se han dirigido a trabajadores inmigrantes indocumentados, familias solicitantes de asilo e incluso residentes que han vivido legalmente durante años, pero cuyos documentos han vencido o han tenido problemas legales menores.
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Un excolega de Boyd, quien habló bajo condición de anonimato, dijo que solo en el último mes se emitieron el doble de órdenes de deportación que en el mismo período del año pasado. “No les importa cuánto tiempo lleves en Estados Unidos ni cuántos impuestos hayas pagado; mientras haya una laguna legal en tu expediente, te pueden enviar de vuelta a casa en autobús”, dijo.
Reacciones mixtas

Poco después de conocerse la renuncia de Adam Boyd, muchos grupos defensores de los derechos de los inmigrantes expresaron su firme apoyo. Calificaron sus acciones como “una voz de conciencia dentro de la gigantesca maquinaria” e hicieron un llamado a quienes trabajan en el sistema de inmigración a ser valientes y alzar la voz.
Por otro lado, partidarios de Trump y sus políticas migratorias de línea dura afirmaron que Boyd estaba “politizando” su trabajo y “traicionando su juramento de defender la ley estadounidense”. Un portavoz de ICE se negó a comentar directamente sobre la renuncia, pero afirmó: “ICE siempre ha aplicado la ley de manera justa y ha priorizado la seguridad de los ciudadanos estadounidenses”.
La gran pregunta: ¿cuántos se pondrán de pie?
La renuncia de Adam Boyd plantea importantes interrogantes sobre el futuro de las políticas migratorias de línea dura. ¿Cuántos empleados, abogados y funcionarios internos más estarán dispuestos a dejar sus puestos en protesta? ¿Serán estas medidas suficientes para presionar a los responsables políticos?
Por su parte, Adam Boyd afirmó que seguirá luchando fuera del ICE. “Creo que puedo hacer más por las familias y los solicitantes de asilo apoyándolos, en lugar de sentarme en un escritorio firmando órdenes de deportación”, declaró Boyd.
Mientras la campaña de Trump sigue prometiendo “limpiar” a millones de inmigrantes indocumentados, se espera que las acciones de Boyd alimenten debates más acalorados sobre la conciencia, la ley y los valores fundamentales de Estados Unidos.
